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Segundo Domingo del Mes de Amshir (quinto mes copto):
La alimentación de la multitud y el establecimiento de la iglesia alrededor del Sacramento de La Eucaristía
La iglesia presentó el Domingo pasado los intentos de la búsqueda de Jesús después del milagro para mostrar los objetivos distintos y después corrige el objetivo, para entrar hoy día al milagro de la Eucaristía.
Los Salmos nos preparan para entrar a la presencia divina en la Eucaristía. El Salmo de la oración de la víspera dice: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón.” (Sal. 15. 1-2).
En el Salmo de la oración de la mañana dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo ? El limpio de manos y puro de corazón.” (Sal. 24. 3-4).
El Salmo de la misa llama a todas las tribus de las naciones al Sacramento Sagrado: “Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos, Dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la honra debida a su nombre; Traed ofrendas, y venid a sus atrios. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; Temed delante de él, toda la tierra.” (Sal. 96. 7-9).
El evangelio de la oración de la víspera: “Jesús le dijo: Vé, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.” (Jn. 4. 50).
El evangelio de la oración de la mañana dice: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Jn. 3. 19-21). La condenación en la presencia del Cristo en la Eucaristía como la luz del mundo, ¿pues quién puede aceptar?
La lectura de la Epístola de San Pablo habla de Melquisedec. Se expone al solo sacerdocio del Cristo anunciado en el Sacramento de la Eucaristía, como se expone a los rituales de la transustancia del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo (Hebros 7. 1-17)
La Epístola católica: “a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros.” (2Jn. 2). Cuerpo verdadero y sangre verdadera, es decir de la naturaleza divina eterna, y este se firme en nosotros y nosotros en él eternanmente. Después dice: “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.” (2Jn. 8).
El milagro de la alimentación de la multitud expone la imagen de la sola iglesia establecida alrededor del Cristo: “Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud.” (Jn. 6. 5). Miró hacia arriba para ver la multitud viniendo a él de la tierra a través del tiempo, para obtener del pastor de los espíritus la cura, la alimentación y el desarrollo espiritual y corporal. “dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (Jn. 6. 5). El pastor es responsable de su pueblo en toda cosa.
“Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” (Jn. 6. 9). El Cristo usa nuestras capabilidades muy debiles para la asociación, para hacer su justicia en nosotros, “para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Jn. 3. 21). Por eso ordena a los discípulos “Dadles vosotros de comer” (Lc. 9. 13), y ellos no tienen nada. Este es el milagro de la Eucaristía que se presenta cada día delante de nosotros sobre el altar y nadie tiene nada en ella.
“Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como un número de cinco mil varones.” (Jn. 6. 10). “En lugares de delicados pastos me hará descansar.” (Sal. 23.2). Aquí una referencia al salmo del pastor conocido por el “salmo de los misterios”; donde la iglesia canta de las aguas del reposo o el Bautismo, y su vara y su cayado en el sacerdocio del Cristo, la mesa de la Eucaristía está delante de los pecados y de los angustiadores. La copa de la salvación irrigada de su sangre y después ungir la cabeza con el aceite de la unción.
“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.”(Jn. 6. 11). El misterio de la gracia en el milagro explica el concepto de la Eucaristía.
“Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.” (Jn. 6. 12). Los discípulos distribueron el cuerpo del Cristo partido a todas las naciones de la tierra. El cuerpo del Cristo partido pero no divisado sino que agrupa a todos en su cuerpo la iglesia. Por eso después de la distribución, el Cristo ordenó que agrupan los restos para no perder a nada. Está atento de cada parte de su cuerpo distribuido para agruparla en él en uno.