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Segundo Domingo del Mes de Baouna (mes copto):
Los dones y la eficiencia del Espíritu Santo en la vida del individuo y la iglesia
El Salmo de la oración de la víspera explica la eficacia del Espíritu Santo en el individuo; “A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.” (Sal. 16.8). El Espíritu Santo se pone a la diestra del hombre y le apoya para que no se conmueva.
El evangelio de la oración de la víspera dice: “E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.” (Lc. 4. 39-40). Los milagros de la curación refieren a la eficacia del Espíritu Santo.
la Epístola de San Pablo explica la sabiduría del Espíritu Santo y su eficacia en la iglesia; “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando, lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede enternder, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1Co. 2. 12-16). El Espíritu que hemos recibido, nos guía a los talentos que hemos obtenido. El hombre espiritual habla con la sabiduría de Dios apoyándose en el Espíritu de Dios. Pues juzga todas las cosas no por su propia sabiduría, por tanto la obra del Espíritu Santo aparece en su juicio oportuno. La eficacia del Espíritu en el juicio de las cosas y el conocimiento de la mente de Dios y enseñarlo.
La Epístola católica enumera los dones del Espíritu Santo “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina...” (2P. 1. 3-4).
El evangelio explica la potestad del Espíritu Santo para la curación del paralítico como señal de la obra del Espíritu para el perdón de los pecados. El pecado es la razón de la corrupción que entró al mundo con la envidia del diablo. Y por el pecado entró la muerte, la enfermedad, los dolores, la debilidad y la incapacidad del hombre. Por eso, se necesita primero el perdón de los pecados; “Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados…Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.” (Lc. 5. 20-26).