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Cuarto Domingo del Mes de Touba (quinto mes copto):

El misterio del Bautismo, la nueva criatura y el ciego de nacimiento

El Salmo de la oración de la víspera dice: “He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra...” (Sal. 78. 20). “Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos.”(Sal. 78. 23).

El evangelio de la oración de la víspera dice: “Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lc. 5. 31-32). Pues el Hijo de Dios obró a través del bautismo para el arrepentimiento y la curación de la corrupción y de la ceguera espiritual.

El Salmo de la oración de la mañana dice: “Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; Haz resplandor tu rostro, y seremos salvos.”(Sal. 80. 7). El evangelio de la oración de la mañana dice: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.”(Jn. 6. 47). Pues hay aquí un enlace entre el bautismo y la fe.

La Epístola de San Pablo dice: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.” (Ro. 11. 32).

La Epístola católica dice: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1Jn. 5. 11-12).

La Epístola de los Hechos de los Apóstoles dice: “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio: Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.” (Hch. 11. 15-16).

El evangelio de la misa es el evangelio del ciego de nacimiento que lleva enseñanzas importantes:

“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Jn. 9. 2-3). La idea del enlace entre la enfermedad y el pecado es antigua. La enfermedad en general es un tipo de la corrupción que entró al mundo con la envidia del diablo. Esto no quiere decir que toda enfermedad es el resultado del pecado directamente, pues hay razones naturales y tal vez hay razones psicológicas o espirituales de la enfermedad. La respuesta del Señor Jesucristo aclara que la razón directa de la ceguera que ocurrió a este hombre es para que las obras de Dios se manifiesten en él. Esta respuesta también lleva la defensa del Señor Jesucristo por los pecados del hombre, pues él soportó todos los pecados de la Humanidad y se convertió a su abogado y mediador.

“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.” (Jn. 9. 4-5). En la ausencia del Cristo nadie puede hacer algo.

“Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Vé a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.” (Jn. 9. 6-7). Cristo es el Creador. Vino al mundo para crearnos una nueva criatura con ojo espiritual poderoso a distinguir con el Espíritu y la verdad y así podemos ver los celestiales. Nuestra nueva criatura se completa bañándose por el bautismo.

“Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos.” (Jn. 9. 14). El ciego espiritual no puede distinguir a causa del fanatismo y aferrándose a la insipidez. “Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.” (Jn. 9. 30-31). El hombre se convertió a ser vidente y se asombra de sus cegueras.

“Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.” (Jn. 9. 25)... Aquí vemos la fuerza de la realidad espiritual y la fuerza del discernimiento espiritual con que testimonia de lo que ve.

“Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: creo, Señor; y le adoró.” (Jn. 9. 35-38). Cristo nos encuentra cuando somos expulsados afuera de la sinagoga.

Así la iglesia presentó la enseñanza bíblica sobre el bautismo.